Hola, estaba pensando en mi vida, en las veces que no supe priorizarme, en las veces que corría y corría sin reparar que debía detener mi mundo y estar un tiempo a solas conmigo misma y en especial con Dios.
En lo personal, me gusta estar a solas conmigo misma, claro, eso es ahora, pero sin embargo hace varios años atrás cuando todavía no había sido sana y mis emociones gobernaban mi vida, les aseguro que muchas veces me detestaba, no me podía ni siquiera mirar al espejo, sentía que dentro mío estaba mi propia enemiga.
Pero cuando el Espíritu Santo habló a mi vida, cuando entendí que debía dedicarme junto a Él, en sanar mis emociones, sanar mi pasado, en romper tantos patrones familiares que me ataban y no me dejan ser libre, lo cual me llevaban a no saber quien era en Cristo Jesús.
Gracias a que la mano de Dios me sostuvo, pude descubrir mi identidad en Él y hoy al pasar los años, sé la mujer que soy en Cristo Jesús.
Aprendí y me animé a decir no puedo cuando realmente algo no podía.
También, aprendí a no preocuparme tanto, aprendí a poner prioridades, porque sinceramente todo era para mí una prioridad, a tal punto que mi cerebro se agotó.
Aprendí a disfrutar mi matrimonio, a disfrutar mi familia y en especial a servirle con pasión a Dios.
Aprendí que tenía el derecho de sentarme a ver una linda película, o a salir a pasear, o a tomarme un rico y sabroso té leyendo un buen libro.
Aprendí a disfrutar de mi relación con Dios, aprendí a recostarme en su pecho y escuchar el latir de su corazón.
Fui una mujer muy complicada en cuanto al área de las emociones, además desde mi niñez padecí varias enfermedades, las cuales me llevaron a desarrollar una personalidad de mucha inseguridad conmigo misma y ante los demás.
Y como siempre digo, soy una obra en construcción permanente, en donde el Espíritu Santo cada día trabaja en sacar una mejor mujer, para mi ayuda y para su gloria.
Jesús vino a darnos libertad, esa libertad hermosa que solamente Él nos puede dar.
Juan 8:36 Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.
¡Vale la pena seguir a Jesús, vale la pena darle el control de nuestra vida!
Tal vez la situación que te rodea te tiene atada, o sin poder permitirte levantar tu cabeza para poner los ojos en Jesús, te invito hoy a ponerte de pie por dentro y a entregarle a Él cada área de tu vida que no te deja avanzar a tomar tu milagro, en el nombre de Jesús.
Oremos juntas:
Señor en el nombre de Jesús, te pido por cada mujer que está leyendo este escrito.
Te pido por cada una de ellas, para que las bendigas, para que las sanes, les des sabiduría y sanes sus emociones.
Y al igual que lo hiciste conmigo, te pido que restaures cada área que necesita tu intervención divina, te ruego que les ayudes a verse como vos las ves y que puedan tomarse un tiempo a solas con vos, con ellas mismas y así poder disfrutar de un nuevo día a tu lado, en el nombre de Jesús, amén.
Con cariño: Tere.
Me encantaría saber de vos, no te vayas sin dejarme un mensajito, gracias.
Bendiciones.
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