Así que comencé a cantar así:
Úngeme, con tu presencia santa.
Úngeme y lléname de tu gracia.
Úngeme con el fuego de tu espíritu.
Y lléname de tus ríos y de tu miel.
Porque si no te tengo, no soy nada.
Porque si no te siento, muero cada mañana.
Si a mi lado no estás, la vida no tiene sentido.
Solamente soy tuya, haz lo que quieras conmigo.
Porque de tu amor Jesús, estoy enamorada.
Tu vida es tan dulce que me renueva el alma.
Sentirte a mi lado, me llena el corazón.
Y tan sólo al nombrarte, suspiro de pasión.
Me encanta Jesús, porque Él está en cada detalle, sin importar lo que estemos haciendo, porque siempre Él, lo que va a mirar es nuestro corazón.
No sé por la situación que estás pasando, pero te invito a que te entregues en sus brazos de amor y dejes que su Santo Espíritu, ponga en tus labios y corazón una nueva canción.
Y sin lugar a dudas será una canción de amor, de victoria, de batalla, de renuevo que te llevará a un nivel superior de unción.
Dejá que Jesús te acaricie el alma, dejá que te llene con su amor tu corazón, dejá que ponga una nueva alabanza, la cual te levantará como las águilas, por el poder de su infinito amor.
Le pido a Dios, que en el nombre de Jesús, la presencia del Espíritu Santo llene tu vida de fe, renovando tus dones, renovando tu llamado, usándote con milagros y maravillas, pero en especial que puedas pasar tiempo de calidad en su presencia.
Te regalo estas palabras que puso Jesús a través de su Santo Espíritu en mi corazón, para vos y para mi.
Dejame que te abrace el corazón.
Dejame que renueve tu vida.
Dejame que te sane las herídas.
Dejame ser tu Dios.
Dejame llevarte a lo sobrenatural.
Dejame acariciar tu vida con mi santidad.
Dejame ser el Gran Yo Soy.
El que transforma tu corazón.
¡Nunca nos olvidemos cuánto nos ama Jesús!
Con cariño: Tere.
Bendiciones.
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